Muchas personas creen que sus genes determinan completamente su destino, que lo heredado en el ADN define quiénes son y qué les sucederá en la vida. Sin embargo, el médico y ensayista Mario Alonso Puig, especialista en cirugía general y del aparato digestivo, ha aclarado a través de sus redes sociales que esta idea es un mito.
En un reciente video publicado en Instagram, Puig explicó de forma sencilla cómo funciona realmente nuestro ADN y cómo nuestras decisiones diarias pueden influir en su expresión. "Estoy aquí para decirte que no. No es así. Hay una ciencia llamada epigenética que muestra claramente que un gen puede activarse o no, dependiendo de diferentes factores", afirmó.
La epigenética es una rama de la biología que estudia cómo factores externos—como la alimentación, el ejercicio, las emociones y el entorno—pueden modificar la actividad de los genes sin alterar su estructura. Es decir, los genes pueden ser "encendidos" o "apagados" según el estilo de vida que llevamos.
Puig resaltó que pequeños gestos cotidianos tienen un impacto significativo en nuestra salud celular. La práctica regular de ejercicio, dormir bien, alimentarse con productos naturales, reducir el estrés y rodearse de personas positivas favorecen el equilibrio y activan la expresión de genes beneficiosos.
Por otro lado, el estrés constante, una mala alimentación y el sedentarismo pueden activar genes relacionados con inflamación, envejecimiento y enfermedades crónicas. Así, nuestros genes no son una sentencia inamovible, sino una predisposición que puede modificarse con el entorno y los hábitos.
El médico invita a reflexionar sobre la gran influencia que tenemos en nuestra biología: "Los genes no determinan nuestra vida, solo nos predisponen. La ciencia de la epigenética nos ha mostrado algo extraordinario: que podemos influir activamente en cómo se expresan".
Esto significa que nuestro destino no está escrito en el ADN, sino que se va escribiendo día a día con cada decisión, cada pensamiento y cada acto de autocuidado. El mensaje de Puig es claro y lleno de esperanza: no somos víctimas de nuestra genética, sino los autores de nuestra salud.
Cuidar el cuerpo, la mente y las emociones no solo mejora nuestro bienestar, sino que puede transformar literalmente la manera en que funcionan nuestras células. "Tu destino no está grabado en el ADN; se escribe a diario, con cada acto de cuidado hacia tu cuerpo y tu alma", concluye Mario Alonso Puig.