En las zonas rurales de Colombia, donde la vida gira en torno a cosechas, cuidados y trabajo comunitario, millones de mujeres siguen siendo ajenas al sistema financiero formal. Este problema va más allá del acceso a créditos o a abrir una cuenta bancaria, pues está arraigado en desigualdades estructurales que afectan su autonomía y desarrollo.
Un estudio de la Fundación WWB Colombia titulado 'Recomendaciones para lograr una mayor inclusión financiera de las mujeres en la ruralidad' recopila testimonios de 258 mujeres en municipios como Palmira, Buenaventura, Tuluá, Buga, Sevilla y Florida. Sus experiencias revelan que la exclusión financiera está estrechamente vinculada a factores sociales, culturales y económicos que limitan su participación.
La investigación identifica obstáculos cotidianos como la sobrecarga de tareas domésticas y de cuidado, bajos niveles de escolaridad y estereotipos de género que dificultan que muchas mujeres accedan a servicios bancarios o soliciten préstamos. Además, la desconfianza hacia las instituciones financieras, sumada a trámites complejos, requisitos rígidos y largas distancias a las sucursales, agravan la situación.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el 44% de las mujeres rurales en Colombia no tiene ingresos propios, lo cual genera dependencia económica y vulnerabilidad. A nivel latinoamericano, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que solo el 38% de las mujeres accede a servicios financieros formales. La FAO advierte que si ellas tuvieran igualdad de acceso a recursos productivos y asistencia técnica, la productividad agrícola podría incrementarse hasta en un 30%.
Las cifras reflejan una realidad aún más compleja: pobreza extrema, dispersión geográfica y pertenencia étnica profundizan la exclusión. El informe señala que vivir en pobreza reduce en un 24% la probabilidad de acceder al sistema financiero, mientras que ser afrocolombiana disminuye esa posibilidad en un 11%. Estas desigualdades históricas limitan no solo el acceso a crédito, sino también la creación de proyectos productivos sostenibles y la participación plena en la economía local.
El avance de la tecnología también presenta obstáculos. Aunque muchas mujeres poseen teléfonos móviles, no siempre cuentan con las herramientas, conectividad o conocimientos necesarios para usar aplicaciones bancarias o billeteras digitales, señala el informe.
Frente a este escenario, la Fundación WWB Colombia propone cinco rutas de acción para promover la inclusión financiera femenina en la ruralidad. Para Soraya Husain, directora de Investigación, 'la inclusión financiera puede potenciar las capacidades de las mujeres, fortalecer sus emprendimientos y mejorar su calidad de vida. Es fundamental que los servicios financieros respondan a las realidades de sus territorios'.
El mensaje es contundente: sin la participación activa de las mujeres, el desarrollo rural sostenible es inalcanzable. Ellas son protagonistas en la producción alimentaria, el comercio local y la economía solidaria que sostiene gran parte del país. Integrarlas plenamente al sistema financiero no solo sería un acto de justicia, sino una estrategia clave para reducir la pobreza y fortalecer las comunidades rurales.