Nicolas Sarkozy, exmandatario de Francia, ingresó este martes en la prisión de la Santé en París, marcando un hito en la historia reciente del país al convertirse en el primer exjefe de Estado francés en cumplir una condena de prisión desde la Segunda Guerra Mundial. La sentencia de cinco años, dictada en septiembre, lo acusa de asociación ilícita por maniobras ilegales relacionadas con la financiación de su campaña presidencial de 2007, financiada supuestamente con dinero libio durante el régimen de Muamar Gadafi.
Antes de ingresar, Sarkozy expresó en Twitter su rechazo a la decisión, calificándola de 'escándalo judicial' y asegurando que 'la verdad triunfará', aunque reconoció que el camino será difícil. La controversia se intensificó ante la decisión del tribunal de ordenar su prisión preventiva sin esperar el resultado de un recurso que él mismo anunció presentar en apelación.
El presidente Emmanuel Macron abordó el tema, defendiendo el debate sobre la ejecución provisional de las penas, mientras que la postura de la oposición y simpatizantes de Sarkozy fue de rechazo, acusando un 'juicio político' y comparando la situación con prácticas autoritarias.
El expresidente fue recibido por un grupo de seguidores que gritaban '¡Nicolas presidente!', y se despidió de su familia en su residencia del oeste de París antes de su traslado a prisión. En la cárcel, ocupará una celda de aislamiento de nueve metros cuadrados para reducir el contacto con otros reclusos y minimizar su exposición a fotografías o encuentros con otros presos.
La llegada de Sarkozy a prisión recordó a otros casos de figuras públicas en centros penitenciarios, como Carlos 'El Chacal' y Manuel Noriega, aunque su contexto y avalancha mediática difieren. Se estima que podría permanecer solo algunas semanas, ya que sus abogados solicitaron una libertad condicional por su edad, la cual será resuelta en dos meses.
Durante su estancia, podrá salir una hora al día al patio y recibir visitas familiares tres veces por semana. El exmandatario, conocido como 'Sarko', fue condenado por permitir que allegados suyos se relacionaran con Libia para obtener fondos ilegales, sin poder demostrar específicamente el uso de los recursos en su campaña, pero sí confirmando que provinieron del régimen libio.
Su condena se suma a otras investigaciones y sentencias previas por corrupción y financiación ilegal. Aunque su imagen mostraba mano dura y liderazgo en seguridad, su encarcelamiento ha generado divisiones: el 60% de franceses lo considera justo, mientras que sus críticos señalan la politización del proceso. Además, ha enfrentado cuestionamientos respecto a la independencia del poder judicial, especialmente tras la declaración del fiscal Rémy Heitz sobre la visita del ministro de Justicia a Sarkozy en prisión.