¿Alguna vez te has preguntado cuántos peligros enfrentan aquellos que intentan robar cableado eléctrico? El pasado 16 de noviembre de 2025, en la comunidad de Santa Juana, en la Tercera Sección de Almoloya de Juárez, esa realidad cobró una trágica dimensión.
Un vecino encontró el cuerpo de un joven identificado como Enrique N, de 30 años, tirado boca arriba junto a un poste de luz. Lo alarmante no fue solo su posición, sino las quemaduras en su cuerpo y su rigidez, signos evidentes de que fue víctima de una descarga eléctrica mortal mientras intentaba robar cables y vender cobre.
A su lado, una segueta metálica —presumiblemente utilizada en su acto delictivo— y el hecho de que su cuerpo presentaba quemaduras sugieren que la descarga fue fuerte y mortal. Aunque una ambulancia de Protección Civil municipal acudió para socorrerlo, solo pudieron confirmar su fallecimiento.
La escena fue acordonada por oficiales de seguridad pública, quienes iniciaron las diligencias correspondientes. También permitieron el ingreso de peritos de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM), quienes levantaron el cuerpo y lo trasladaron para su investigación.
¿Pero qué tan común es esta práctica en la zona? Habitantes de Santa Juana aseguran que robar cableado para vender el cobre se ha convertido en una actividad frecuente. Sin embargo, advierten que muchas veces estos cables aún contienen corriente, lo que puede resultar en accidentes mortales como el ocurrido con Enrique.
¿Es esta historia una advertencia sobre los peligros del robo de cableado eléctrico? La pregunta queda en el aire, pero lo cierto es que cada año, en diferentes comunidades, historias como esta terminan en tragedia. La pregunta que nos hacemos ahora: ¿Qué se puede hacer para prevenir estos peligros y proteger a quienes, motivados por la necesidad o por presión, arriesgan su vida en actos desesperados?