Cada día, Efraín Flores, jefe regional de la Policía Estatal en Toluca, inicia su jornada antes del amanecer: prepara el desayuno, alista el uniforme y empaca el lonche para su hija. Luego, la acompaña a la secundaria y, tras despedirse, se integra a sus actividades en la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz.
Desde hace cinco años, vive solo con su hija, tras un divorcio que lo obligó a afrontar el duelo, la incertidumbre y la crianza sin redes de apoyo. Al principio, pensó que no podría resistir el desgaste emocional, que se acumulaba en casa, en la calle y en sus pensamientos.
Su día laboral comienza antes de las 07:00 horas, con tareas que incluyen coordinar patrullajes, supervisar detenciones, atender casos de violencia familiar y mantener presencia en zonas riesgosas. Durante la semana, apenas tiene tiempo para estar en casa, por lo que los fines de semana intenta dedicárselos por completo a su hija, sin distracciones.
Ser policía y padre soltero representa una carga emocional difícil de compartir. Muchas veces, al llegar a casa, teme que el dolor y las problemáticas del trabajo se cuelen por las ventanas y afecten su relación con ella.
Su hija, de 14 años y próxima a ingresar al bachillerato, le ayuda en tareas diarias, le recuerda lo que hace falta y guarda silencio cuando lo ve cansado. Con el tiempo, aprendió a acompañarla emocionalmente, algo que no le enseñaron, pero que fue esencial en su proceso de adaptación.
Para entender mejor sus necesidades, Efraín tuvo que aprender desde cero cómo hablar sobre temas como los cólicos, los cambios de humor o los productos de higiene menstrual, ya que inicialmente cometió errores. Sin embargo, se informó, observó y preguntó sin pena para comprender a su hija.
El Censo 2020 del INEGI señala que en México hay aproximadamente 907 mil padres solteros, apenas el 0.5 por ciento del total, mientras que las madres solteras superan los 4.5 millones. En el Estado de México, la Encuesta Intercensal indica que hay más de 160 mil hogares encabezados por hombres que viven solos con sus hijos.
A diferencia de las mujeres, los padres solteros generalmente no cuentan con redes de apoyo. Enfrentan el juicio social, el estigma del abandono, la presión laboral y el silencioso rechazo de sus pares. Según el estudio "Masculinidades y políticas públicas" del Instituto Nacional de Salud Pública, muchos no buscan apoyo emocional por miedo a ser señalados o a confiar en las instituciones.
Flores comenta que, a diferencia de las madres, los hombres suelen callar acerca de sus dificultades, no por orgullo, sino por temor a ser ignorados.
Originario de Toluca, Efraín siempre soñó con ser policía. Comenzó como escribiente en la corporación, y con esfuerzo logró alcanzar la jefatura regional de su municipio natal, un logro profesional que, sin embargo, no alivió el peso emocional de criar solo y cumplir con su trabajo.
Durante la semana, apenas puede ver a su hija; la acompaña a la escuela en la mañana y muchas veces ya está dormida al regresar. Lo que más anhela es verla feliz y tranquila, aunque admite que su presencia en su vida es intermitente.
El ritmo de trabajo y la responsabilidad de criar en solitario no le han dado ventajas ni atajos. Sin redes de apoyo, horarios fijos ni margen para distraerse; todo, en su vida diaria, depende de él, enfrentándose solo a los desafíos de ser padre y policía en Toluca.