¿Alguna vez te preguntaste qué pasa cuando un policía intenta comunicarse con una persona sorda en medio de una emergencia? La respuesta puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
En el Estado de México, la Secretaría de Seguridad (SSEM) está dando un paso decisivo hacia la inclusión y la eficiencia en la atención a la ciudadanía. Gracias a una invitación del DIF mexiquense, los elementos de esta dependencia comenzaron a recibir capacitación en lengua de señas mexicana.
El objetivo es claro: mejorar la comunicación en situaciones de emergencia, donde cada segundo cuenta. El titular de la Unidad de Servicios Médicos y Apoyo a la Población de la SSEM, Alejandro Pericles Galicia Espejel, explicó que están rompiendo la barrera de comunicación con las personas que tienen discapacidad auditiva.
Este esfuerzo no solo es importante por empatía, sino también por la complejidad de su trabajo. La mayoría de estos policías también son paramédicos, y su labor los lleva a actuar en inundaciones, deslaves, temblores, incendios y otros desastres. Cuentan con vehículos todoterreno, anfibios y ambulancias para responder a cualquier emergencia.
Pero, ¿qué pasa cuando llega un caso en el que la comunicación es difícil por la sordera de la víctima? Pericles rememoró un rescate donde una mujer sorda fue víctima de un accidente de tránsito. Al principio, los paramédicos asumieron que estaba en ‘shock’, pero pronto su hija aclaró que la mujer no escuchaba.
“Fue difícil, porque sin poder escuchar, no podíamos entender qué pasaba ni cómo ayudarla”, relató Pericles. Fue la intervención de la hija, que actuó como traductora, la que permitió entender la situación y canalizar el rescate con éxito. Esa experiencia fue un impulso para perfeccionar la atención a personas sordas y fortalecer la imagen de los policías.
Con esta historia en mente, la capacitación en lengua de señas ya es una realidad en la SSEM. La estadística oficial del INEGI indica que en México hay aproximadamente 649,451 personas con dificultades auditivas, y entre 87 mil y 100 mil hablan lengua de señas mexicana.
El policía Nicolás Brindis Aranda, uno de los primeros en participar, comenta que la motivación principal para aprender fue la importancia de la comunicación efectiva. “Este taller nos mostró cómo surgió esta necesidad, para romper esa barrera con las personas sordas”.
Por ser una lengua visual y gestual, la lengua de señas mexicana requiere de un aprendizaje complejo: combina movimientos de manos, gestos, orientación, trayectoria y expresión facial. Pero los oficiales están comprometidos a dominarla porque saben que esa capacitación puede marcar vidas.
Brindis destaca que, aunque trabajan en escenarios peligrosos como inundaciones y zonas inseguras, su voluntad de aprender busca ofrecer un mejor servicio y proyectar una imagen de respeto y empatía hacia la población.
El paso firme de estos policías demuestra que la inclusión no es solo una idea, sino una acción concreta que puede salvar vidas. La capacitación en lengua de señas mexicana apenas comienza; el compromiso es seguir extendiéndola y perfeccionándola para que nadie quede sin ayuda, sin importar cómo se comunique.
