La gastronomía italiana es reconocida mundialmente por su variedad y sabor. Entre sus ingredientes estrella se encuentra el pollo, una carne muy versátil que combina con diversos ingredientes para crear platos irresistibles.
Una de las recetas más populares es el pollo a la parmesana, famoso por su empanizado crujiente y gratinado. Consiste en pechugas de pollo rebozadas en pan rallado y queso, que se fríen hasta obtener un dorado perfecto. Posteriormente, se hornean cubiertas con salsa de tomate y queso fundido, logrando una superficie crujiente y un interior tierno. La cobertura de salsa y queso derretido hace de este plato una delicia que conquista a quién lo pruebe.
Esta preparación rinde de 3 a 4 porciones, dependiendo del tamaño de las pechugas y los acompañamientos elegidos. Es importante señalar que los valores nutricionales varían según los ingredientes utilizados.
Para conservar el pollo a la parmesana, se recomienda guardarlo en un recipiente hermético en la nevera durante un máximo de tres días. Para calentar, lo ideal es usar el horno para mantener su textura crujiente; evitar el microondas si no se cubre con papel de cocina, ya que puede resecarse. Aunque no se recomienda congelarlo, ya que la calidad del empanizado puede deteriorarse, el plato puede servirse acompañado de pasta, arroz o una ensalada fresca para una comida completa. Al servir, espolvorear queso parmesano rallado realza su sabor y le da un toque final delicioso.