Daniela, quien ingresó hace cinco años a la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), tenía el sueño de una graduación llena de celebración junto a su familia, amigos y compañeros de generación. Sin embargo, debido a la situación de violencia en el estado, solo realizará una reunión íntima con sus padres, su novio y algunos amigos cercanos. Este año, miles de estudiantes en Sinaloa no podrán celebrar sus logros como esperaban.
Francisco Dorante, que en junio concluirá la carrera de medicina en la misma institución, tampoco prevé una gran festividad a pesar de haber reservado desde el año anterior un salón para su graduación. Ambos expresaron a El Sol de México su sentir de “mucha impotencia” por la imposibilidad de festejar adecuadamente sus estudios, aunque coinciden en que “primero es la vida”.
“Ni siquiera una carne asada, que es algo muy común aquí cuando terminan los ciclos escolares, hay miedo, mucho miedo de que puedan irrumpir con violencia. Mejor algo discreto con la familia y uno que otro amigo, pero se siente feo tanto esfuerzo para no poder festejar como uno quisiera”, comentó Diana.
Por su parte, Francisco afirmó que “no están las condiciones para celebrar en grande; algo discreto, porque no se sabe cuándo puede haber un nuevo atentado. Nos cancelaron la fiesta hace unas semanas por miedo a que algo pase. Todos podemos ser blancos del crimen organizado, así que solo nos quedó la foto grupal y el anillo como recuerdo”.
De acuerdo con datos de la Fiscalía del Estado, en 2022 se abrieron nueve expedientes por ataques a salones de fiestas relacionados con el crimen organizado, en un contexto de disputa territorial tras la captura de “El Mayo” Zambada en Texas. En 2023, ya suman cuatro carpetas abiertas. El 5 de mayo pasado, un comando disparó contra el salón Los Pinos, en la colonia Revolución, en Culiacán, horas después de un ataque que dejó un muerto y una mujer heridos en una fiesta familiar.
La violencia también ha impactado a otros negocios en la ciudad. Tiendas de ropa y de vestidos de graduación han cerrado o reducido sus operaciones. Carmen Mejía, propietaria de una pequeña tienda en el centro de Culiacán, reportó una caída en ventas superior al 50%. “Este año no hemos recibido pedidos, antes teníamos muchos en esta temporada. Si la situación continúa así, nos veremos en la necesidad de cerrar, como muchas otras tiendas que ya han tenido que hacerlo”, expresó.
Según la Cámara de Comercio de Culiacán, al 1 de mayo se cerraron 576 negocios en la ciudad, entre ellos algunos con más de 25 años de historia, como Contempo Girl, Maja Ropa, Pavi y Ever Boutique, tras ser blanco de ataques armados. El sociólogo Juan Carlos León afirmó que la presencia de grupos armados ha normalizado la ausencia de eventos sociales: “La gente evita salir al cine, hacer fiestas, e incluso celebrar graduaciones. La violencia se ha convertido en parte de su rutina”.
León agregó que la actual situación de violencia en Sinaloa, que algunos describen como una especie de “panviolencia”, ha dejado una huella profunda en la memoria de sus habitantes, que no desaparecerá en corto plazo. “Las balaceras, la suspensión de clases y las imágenes de niños resguardándose de ataques son algo que permanecerá en la memoria colectiva. La población de Sinaloa está marcada por años de violencia”, concluyó.