IOTA se ha consolidado como una de las criptomonedas más innovadoras en el mercado digital, diferenciándose de sus rivales como Bitcoin o Ethereum, al utilizar una tecnología distinta al blockchain: el Tangle, basado en un gráfico acíclico dirigido (DAG). Esta estructura permite realizar transacciones sin mineros, sin tarifas y con menor consumo energético.
Actualmente, a las 10:30 horas (UTC), el precio de IOTA es de 0.14 dólares, reflejando una variación del 0.93% en las últimas 24 horas y una caída del 0.9% en la última hora. Ocupa la posición número 95 en capitalización de mercado, con un suministro máximo de aproximadamente 2,78 mil millones de tokens.
El objetivo principal de esta criptomoneda es facilitar microtransacciones en la red del Internet de las Cosas, permitiendo operaciones con tan solo un teléfono móvil y una computadora, sin comisiones y con alta seguridad gracias a su semilla, un código de 81 caracteres que protege los fondos.
Desarrollada por una fundación alemana, IOTA ha sido diseñada para ser más rápida, escalable y resistente a futuros ataques con computación cuántica. Sin embargo, en 2017 enfrentó un hackeo que afectó su precio y volumen de transacciones.
Las criptomonedas, incluyendo a IOTA, han trascendido su carácter inicial para integrarse en el mainstream financiero, siendo consideradas cada vez más en el día a día. Aunque no están reguladas por instituciones financieras tradicionales, su uso continúa en crecimiento, impulsado por su potencial de inversión y avance tecnológico.
Invertir en criptomonedas requiere conciencia de su alta volatilidad y riesgos asociados. Los usuarios necesitan un monedero digital para almacenarlas — un software que guarda las claves de propiedad—, salvaguardando estos códigos para prevenir robos.
En conclusión, IOTA representa una alternativa moderna y ecológica en el universo cripto, con una tecnología que promete mayor eficiencia y seguridad, aunque su inversión debe realizarse con cautela debido a su naturaleza volátil y los riesgos de seguridad