¿Alguna vez imaginaste que un municipio pudiera hundirse en el caos sin que sus propias autoridades hagan algo al respecto? Eso es exactamente lo que está ocurriendo en Chimalhuacán, Estado de México.
El hartazgo de sus habitantes ha dejado de ser un simple comentario para convertirse en un reclamo abierto y colectivo. La administración de la alcaldesa Xóchitl Flores Jiménez parece estar ausente, como un espectro que no ayuda a resolver los problemas que azotan a la comunidad.
Las familias en varias zonas llevan semanas sin acceso a agua potable. ¿La respuesta del ODAPAS? Una postura distante, evasiva y sin soluciones concretas, pese a los reportes que acumulan desde mediados del año pasado.
Pero la crisis no termina en el agua. La inseguridad en Chimalhuacán ha alcanzado niveles alarmantes. Antes, los casos de delincuencia solo generaban percepción de peligro; ahora, son hechos brutales y cotidianos. La autoridad municipal, completamente sobrepasada, parece no tener estrategia ni presencia efectiva. La gente describe al municipio como una ciudad a la deriva, donde las autoridades parecen mirar hacia otro lado mientras la violencia se normaliza.
Las últimas horas reflejan esta realidad con escenas que estremecen: un joven que viajaba en un mototaxi fue herido y, a pesar de sus esfuerzos por llegar al Hospital 90 Camas, murió en la unidad. En el lugar, se recogieron cuatro casquillos de calibre 9 mm, evidencia del uso frecuente de armas de alto poder en la zona.
Otra escena que impacta sucedió en el mercado San Isidro, donde un comerciante conocido como ‘Óscar’, famoso por sus caldos de gallina, fue asesinado en pleno trabajo. Nadie vio llegar apoyo; nadie notó la presencia del gobierno. Son solo dos ejemplos de una serie de testimonios que muestran la gravedad de lo que vive en este municipio del oriente del Estado de México.
Los vecinos no dudan en expresar una misma exigencia: Chimalhuacán se está desmoronando y la presidenta municipal no hace nada, no escucha, no soluciona. La falta de agua, la inseguridad y la indiferencia oficial se han convertido en parte de su rutina diaria. Para quienes viven allí, esta crisis no solo es un problema, es un abandono histórico que ya no puede ser tolerado y que demanda una acción inmediata.