En los meses fríos, pocas cosas brindan mayor confort que una crema caliente y llena de sabor. La crema de castañas y setas es una opción que combina la dulzura y la untuosidad de las castañas con el toque terroso y profundo de las mejores setas. Perfecta como primer plato otoñal, también es ideal para cenas ligeras o comidas festivas en las que resalta la estacionalidad.
Originaria de regiones de España y Francia donde las castañas y los hongos coexisten en los bosques, esta crema ha ganado popularidad por su sencillez y versatilidad. Para su preparación, se recomienda usar setas como boletus o champiñones; también las variedades locales como robellón o níscalo aportan matices únicos. Se puede maridar con vino blanco seco o un tinto joven, que realce la cremosidad sin opacar el delicado sabor de los ingredientes.
La textura de esta crema es suave y su sabor combina dulzor y umami, logrados por la integración del fruto seco y los hongos. La técnica consiste en sofreír, cocer y triturar los ingredientes hasta obtener una consistencia uniforme, ajustando la cremosidad con nata o leche si es necesario. Servida caliente y decorada con hierbas frescas, resulta tan atractiva visualmente como deliciosa.
La receta rinde aproximadamente para cuatro porciones, como primer plato o entrada. Es importante recordar que los valores nutricionales pueden variar según los ingredientes específicos y las cantidades empleadas.
La crema de castañas y setas puede conservarse en refrigeración, en un recipiente hermético, durante dos o tres días. Para prolongar su conservación, se puede congelar hasta tres meses. Se recomienda recalentarla a fuego suave y añadir un poco de leche o agua si espesa demasiado, para mantener su textura y sabor.
