Una montaña de más de 2,500 metros, equipo inadecuado y un bebé de 9 meses, ingredientes que no parecen ideales para un fin de semana seguro. El incidente ocurrió en el Rysy, una montaña en los altos Tatras situada en la frontera entre Eslovaquia y Polonia. Estas rutas son peligrosas y requieren experiencia y material especializado, riesgos que una pareja ignoró el pasado fin de semana.
El relato del suceso fue aportado por el guía de montaña Szymon Stoch, quien se encontró con la familia durante su propio ascenso y notó que viajaban sin casco, piolet ni crampones adecuados. Intentó convencerlos de regresar por su seguridad, pero ellos decidieron seguir hacia la cumbre confiando en el buen clima y sin valorar los peligros.
Al llegar a la cima, los padres descubrieron que no podían descender por sí mismos. Observando la situación, Stoch intervino rápidamente, tomó al bebé y ayudó a la familia a descender del punto más alto del Rysy. Gracias a su experiencia y a las condiciones meteorológicas favorables, lograron regresar sanos y salvos.
En una entrevista con TVN24, el guía Pekó que estas ascensiones son muy riesgosas y resaltó la peligrosidad del terreno cerca de la cima, donde la nieve, incluso en días soleados, puede ser mortal con un mínimo error o resbalón. Además, Stoch subrayó que nunca se debe llevar a un bebé a una montaña como el Rysy, incluso en condiciones ideales, ya que es una irresponsabilidad.
La rápida acción del guía evitó una tragedia mayor. Él cargó al bebé y descendió con él, mientras los padres, agotados y desorientados, bajaban lentamente por sus propios medios. Todos fueron atendidos en un punto seguro, sin heridas.
Este episodio ha reavivado el debate sobre la seguridad en las actividades montañistas y la importancia de seguir las recomendaciones profesionales. Anualmente, los equipos de rescate en los Tatras atienden numerosos casos de quienes subestiman las condiciones o sobrevaloran sus capacidades.
Stoch concluyó advirtiendo que 'las montañas no son un patio de recreo'; enseñan humildad y no perdonan la negligencia. La historia de esta familia termina con una lección clara: la aventura nunca debe anteponerse a la seguridad, sobre todo cuando hay una vida vulnerable en juego.
