El rey Carlos III y Donald Trump realizaron una inspección de la Guardia Real en el castillo de Windsor, situado a las afueras de Londres, como parte de la ceremonia de bienvenida durante la visita de Estado del presidente de Estados Unidos al Reino Unido.
Ambos mandatarios llegaron al patio del castillo en una carroza cerrada, tirada por seis caballos blancos, proveniente de Casa Victoria, una residencia situada en los terrenos de la finca. La ceremonia, llena de pompa y formalidad, incluyó la interpretación de los himnos nacionales de ambos países y una inspección militar.
En el evento, también estuvieron presentes la reina Camila y la primera dama Melania Trump, mientras que los príncipes de Gales, Guillermo y Catalina, observaban desde cerca. La magnitud de la ceremonia militar, que contó con alrededor de 120 caballos y mil 300 efectivos del ejército británico, representa la mayor bienvenida de este tipo para una visita de Estado al Reino Unido.
Participaron fuerzas de la Marina Real Británica y la Real Fuerza Aérea Británica (RAF), con la Artillería de Caballería del Rey realizando 41 disparos desde cañones de la Primera Guerra Mundial en los jardines de Windsor, en honor a la visita.
Es la segunda visita de Estado de Trump al Reino Unido, la anterior fue en 2019. Sin embargo, su presencia no ha estado exenta de polémica: ese mismo día, se registraron protestas en Londres en contra del mandatario estadounidense. Varias decenas de manifestantes con pancartas y consignas antiTrump se concentraron en una calle cercana al castillo y, mediante campañas humorísticas, grupos como 'Led by Donkeys' proyectaron imágenes de Trump y Jeffrey Epstein sobre una torre en Windsor.
La policía realizó cuatro arrestos en el contexto de estas manifestaciones.
Fuentes británicas sugieren que el rey Carlos III, de 76 años y en tratamiento por cáncer, no estaba entusiasmado con la idea de recibir a Trump nuevamente, aunque el gobierno busca fortalecer la tradicional 'relación especial' entre Londres y Washington, aprovechando la popularidad del expresidente en ciertos sectores.
Por su parte, Trump expresó su admiración por el monarca, señalando: “Carlos ha sido un amigo mío durante mucho tiempo, todos lo respetan y lo quieren”, en su llegada a Londres, donde pasó la noche en la residencia del embajador estadounidense, antes de dirigirse a Windsor.