Santiago Tianguistenco volvió a vibrar con el recuerdo de Salvador Sánchez Narváez, uno de los íconos más grandes del boxeo mexicano, durante la ceremonia en conmemoración del 43 aniversario de su fallecimiento el 12 de agosto. La alcaldesa Erika Patricia Olea encabezó los homenajes que reunieron a familiares, amigos, deportistas y aficionados en una emotiva jornada. La programación incluyó una misa en la iglesia del ‘Buen Tono’, la visita a su tumba, la colocación de ofrendas en su estatua ubicada en el centro municipal, exhibiciones de boxeo y una comida en su honor. Durante el acto, Olea destacó la importancia de mantener vivo su legado: “Salvador Sánchez es un ícono, una leyenda reconocida mundialmente. Nuestra tarea es que las nuevas generaciones conozcan quién fue y siga inspirando a la juventud y al deporte”. La intervención más conmovedora fue la de su madre, María Luisa Narváez, quien con lágrimas en los ojos rememoró la memoria de su hijo: “Parece que fue ayer, siempre lo recuerdo con gran cariño. El mundo entero vio que era un gran deportista y que dio su vida por el deporte”. Sánchez Narváez falleció a los 23 años en un accidente automovilístico en la carretera Querétaro–San Luis Potosí, en Juriquilla. Antes de su trágica muerte, su legado en el boxeo era imponente: campeón mundial de peso pluma, con 10 defensas exitosas de su título y un estilo guerrero que lo convirtió en un ícono internacional. Su humildad, valentía y talento forjaron un espacio especial en la historia de México y en la identidad del Estado de México. A 43 años de su partida, Salvador Sánchez sigue vivo en las nuevas generaciones de boxeadores, en las palabras de su madre y en la memoria colectiva de Santiago Tianguistenco, donde su figura y su estatua permanecen como testimonio eterno de su legado. Mientras su nombre y espíritu perduren, la leyenda de Salvador Sánchez nunca será olvidada.
