Más de una cuarta parte de las empresas rusas del sector del carbón han cerrado o están a punto de hacerlo, debido a la caída en las exportaciones ocasionada por las sanciones internacionales tras el inicio de la guerra en Ucrania en 2022, reveló este martes el viceministro de Energía, Dmitri Islámov.
Durante una reunión del Consejo de la Federación, Islámov informó que actualmente existen 51 empresas en la llamada 'zona roja', es decir, que han cerrado o están en proceso de cerrar. De un total de 179 compañías dedicadas a la extracción de carbón en Rusia, estos datos representan un severo revés para una industria que atraviesa una profunda crisis.
Tras la negativa de la Unión Europea a aceptar carbón ruso, las exportaciones se reorientaron hacia otros mercados, principalmente China, que ahora representa el 45 por ciento de las ventas exteriores en 2023 y 2024. Le siguen Turquía con un 15 por ciento e India con un 12 por ciento. Antes del conflicto, las exportaciones a la UE constituían aproximadamente una cuarta parte del total.
Las empresas afectadas son mayormente de pequeño y mediano tamaño, aunque se prevé que, en el futuro, estas puedan consolidarse en estructuras corporativas más grandes y resistentes.
Islámov estimó que a finales de 2024, las pérdidas del sector alcanzarán los 112 mil 600 millones de rublos (más de mil 441 millones de dólares), y el Ministerio de Energía proyecta que las pérdidas podrían llegar a 350 mil millones de rublos (casi 4 mil 500 millones de dólares) para fin de año.
En junio pasado, el Ministerio de Desarrollo Económico anunció la implementación de un procedimiento especial para la quiebra de empresas de la industria del carbón, que enfrenta su peor crisis desde la caída de la Unión Soviética. La situación se complica por el riesgo de desastres en el cierre de minas, lo que pone en peligro vidas humanas, además de los contratos laborales vigentes, que otorgan beneficios especiales, como jubilaciones anticipadas, debido a las duras condiciones de trabajo.
El sector del carbón en Rusia se encuentra en una encrucijada, enfrentando desafíos económicos y sociales que podrían modificar significativamente su estructura en los próximos meses.