Silvio Fabrykant: El fotógrafo detrás de la imagen que convirtió a Gilda en un ícono nacional

Por: Equipo de Redacción | 18/10/2025 23:00

Silvio Fabrykant: El fotógrafo detrás de la imagen que convirtió a Gilda en un ícono nacional

El estudio se llena de la luz suave de la tarde, que se filtra entre objetos y acentúa los contornos de un hombre cuya obra, sin buscarlo, hizo viral una de las fotografías más emblemáticas de la música popular argentina. Silvio Fabrykant observa, reflexiona y responde con la precisión de una vieja cámara que requiere el instante justo y una mirada certera. Frente a él, la historia de Gilda, la cumbia y una Argentina retratada entre recuerdos, anécdotas y silencios, se despliega como un largometraje.

Aunque podría parecer que uno de los mayores retratistas del país buscaría siempre destacar, Fabrykant sorprende con su autopercepción: “No es por falsa modestia. Yo me considero el fotógrafo más grande que hay... pero la foto tiene su mérito”, dice, mirando la imagen y repitiendo casi como un mantra: “Fue una foto más. Pero Gilda ya tenía una carga simbólica, independientemente de la imagen”.

¿Dónde termina el arte y empieza el mito? ¿Cuándo una fotografía deja de ser solo una toma para convertirse en objeto de veneración o devoción? Fabrykant no tiene respuestas definitivas: “Yo hice la foto y luego, la foto tomó su propio camino”. Esa naturaleza dual refleja la complejidad de su obra.

Recientemente, en la sala del Cine Gaumont, se proyectó el documental “La imagen santa”, dirigido por Pablo Montllau, que profundiza en la influencia de esa foto y su significado en la cultura argentina. La sala, que alguna vez fue testigo de milagros, ahora se convirtió en altar de reflexión. La imagen de Gilda, más que portada de disco o retrato, se convirtió en símbolo de un fervor popular que, desde su fallecimiento en 1996, ha invadido paredes, murales, camisetas, estatuillas y banderas.

El documental, estrenado en el 39° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en 2024, nace de un largo proceso de investigación que busca entender esa relación entre la imagen y su autor, así como el vínculo con quienes la veneran.

Tras la función, Fabrykant comparte su impresión: “Me impresionó mucho. Es más que un documental. Es una película que no busca soluciones, sino que deja una duda, una inquietud. ¿Por qué cierta imagen alcanza estatus de mito? ¿Cuándo un retrato se vuelve sagrado?” Su definición de la fotografía: “Cuando el que la mira puede detenerse en ella unos segundos. Es un deseo humilde, pero que encendió años de observación y contemplación”.

Precisamente, esa mirada detenida, casi orante, y esa capacidad de captar lo inesperado, son las que mantienen viva su obra. “Esta película logra dejarte con ganas de hablar más que de discutir, incluso sobre lo que comemos. Para mí, es una obra digna de ser vista”, afirma con modestia y emoción. El documental prefiere la inquietud y el diálogo, no las respuestas definitivas.

Desde sus inicios en 1945 en un hogar de inmigrantes polacos, la vida de Fabrykant ha estado marcada por el destino y la tradición, pero también por la pasión por la imagen. Estudió arquitectura, diseñó el Teatro Nacional de la calle Corrientes en 1975, que fue destruido por un incendio en 1982, y envuelto en la reconstrucción de ese emblemático escenario, encontró en la fotografía un refugio y un medio de expresión.

Su recorrido incluyó trabajo en fotografía publicitaria, retratos de artistas como Leonardo Favio y Federico Manuel Peralta Ramos, y un vínculo cercano con la cultura popular. Pero fue en un encuentro casual con Gilda, en un set en un country del Gran Buenos Aires, donde la magia de una imagen cambió su historia: la espontánea mirada de Gilda, que no seguía los estándares de belleza de la época, convirtió esa sesión en un icono.

El secreto de esa foto está en un instante casual: durante la sesión, en vez de mirar a la cámara, Gilda miró hacia arriba. En ese momento, Fabrykant disparó y capturó un gesto que sería mucho más que una simple toma. “Esa imagen, la que no fue planeada, es la que quedó. No hay otra explicación: simplemente, disparé en el momento correcto”, admite.

Ese espíritu de azar y sensibilidad se refleja en sus exposiciones, como la realizada en 2014 en el Centro Cultural Recoleta, “Movida y Tropical: 100+1 fotos de la cumbia argentina”, donde cada imagen vibraba con la fuerza de un género que antes era marginal y ahora forma parte de la memoria cultural del país.

Su obra continúa en el estudio, con nuevas series como “Circo”, inspiradas en el libro de Ana María Shua, que exploran una Argentina diversa y vanguardista. La sensibilidad y precisión de Fabrykant mantienen vivo el asombro, demostrando que la verdadera magia de la fotografía radica en la mirada correcta en el momento justo, esa que eterniza un instante y lo transforma en historia.