Con más de cuatro siglos de tradición, la elaboración del alfeñique en Toluca continúa vigorizándose, consolidándose año con año como una manifestación cultural y artística que preserva ingredientes básicos como azúcar glass, clara de huevo y colorantes vegetales, además del reemplazo de la raíz chautle por grenetina en su proceso.
Araceli Elisa López Fernández, artesana de 38 años y tercera generación en esta actividad, señala en entrevista con El Sol de Toluca que su familia, originaria del centro de Toluca, ha trabajado en la creación de figuras de alfeñique, incluyendo calaveras, borreguitos, perros xoloitzcuintles y paletas, destinadas a las festividades del 1 y 2 de noviembre.
López Fernández explica que para moldear estas figuras es fundamental obtener una pasta flexible, que tras amasarla y dejarla secar al sol por al menos un día, permite los procedimientos de desmoldado, ensamblado y decoración, que cada artesano personaliza con detalles propios. Cuando el clima es favorable, una figura puede estar lista en aproximadamente cuatro días.
La artesana destaca que para participar en la Feria del Alfeñique, los productores deben ser artesanos certificados, aunque también existen familias dedicadas a otros dulces tradicionales que intercambian productos mediante trueque, fortaleciendo así la tradición regional.
La feria, que comenzó en Los Portales de Toluca y que reúne a aproximadamente 84 familias, se ha convertido en uno de los eventos más importantes del país y del ámbito internacional, con una historia que luchó por consolidarse ante las dificultades iniciales de mercados informales y resistencia en el centro histórico.
Desde hace dos años, la colaboración con artesanos de Colombia ha permitido ampliar los beneficios de esta tradición, con apoyo de la Dirección de Cultura de Toluca y vínculos con otros municipios.
Entre las figuras más populares están los borreguitos, ahora elaborados con mayor colorido, que atraen especialmente a los jóvenes, y las calaveras de azúcar grandes que se utilizan en altares. López Fernández enfatiza que, más allá del valor comercial, el alfeñique es una expresión artística que enmarca raíces culturales y familiares.
Con un equipo que va desde arquitectas hasta una enfermera militar, López Fernández personaliza sus creaciones según peticiones de clientes, incluyendo formas de mascotas, profesiones y oficios, todas diseñadas para hacer sentir especial a quien las recibe, recordándole a seres queridos que ya partieron.
La incorporación de ingredientes decorativos comestibles seguros, como diamantinas, ha permitido ampliar el público, especialmente niños, quienes disfrutan de las figuras y mantienen viva la tradición mediante la nostalgia y el orgullo local.
Las ventas en 2025 han sido positivas, y la feria, abierta hasta el 3 de noviembre, invita a la población a adquirir desde pequeñas paletas de 2 pesos hasta calaveras grandes de 300 pesos.
López Fernández concluye que el alfeñique simboliza su pasión por hacer arte, enraizado en su familia, cultura y comunidad. “Es un orgullo toluqueño y mexicano que demuestra el talento artesanal de Toluca y la importancia de preservar una celebración que nació de la sociedad y que sigue vivo gracias a la dedicación de sus artesanos”.