
El ataúd de Heriberto Martínez Flores fue llevado a hombro por familiares y amigos a lo largo de la carretera Toluca-Palmillas, cruzando justo el punto donde el joven de 25 años perdió la vida el pasado domingo tras ser atropellado por un automóvil que huyó sin detenerse. La escena, con el féretro entre la multitud, reflejó la cotidianidad de comunidades como Ojo de Agua y San Pablo Autopan, que diariamente cruzan esa vía a pie para trabajar, estudiar o visitar a sus seres queridos. En su domicilio, se colocaron coronas, fotografías y veladoras en homenaje. Heriberto, soldador desde hacía años y padre de una niña de cinco, mantenía sueños y planes, como celebrar el próximo cumpleaños de su hija, que ahora quedaron truncados, según relata su hermano Ricardo Martínez. La madrugada del lunes, la familia recibió su cuerpo en instalaciones ministeriales, donde se confirmó una muerte por traumatismo craneoencefálico severo. La procesión con el ataúd reunió a decenas de personas que caminaron tras él, algunos portando paraguas, flores y banderas, todos atravesando la misma carretera que—como muchas en el Estado de México—se ha convertido en un punto de riesgo constante. La situación se inscribe en un panorama alarmante, pues en 2024 se reportaron mil 596 muertes viales en la entidad, con un promedio de más de cuatro fallecimientos diarios, y en 2025 ya se contabilizan más de 300 lesionados peatones. Datos oficiales revelan que anualmente mueren al menos 10 ciclistas en accidentes viales en el Estado de México. En Toluca, en cinco años, se han documentado 99 peatones y 23 ciclistas fallecidos, situando a la ciudad entre las más peligrosas para quienes transitan a pie o en bicicleta. En abril pasado, otra muerte en el mismo tramo generó protestas y un acuerdo con autoridades para instalar reductores de velocidad y un puente peatonal, aunque estos aún no están en función ni han sido completamente construidos. Los vecinos denuncian que los reductores instalados se dañaron o se retiraron y que la mayoría de los conductores no respetan los límites de velocidad, poniendo en peligro a quienes cruzan. La familia de Heriberto lamentó que, pese a las promesas, no se haya construido aún el puente y que seguirán poniendo en riesgo sus vidas cruzando esa carretera. Heriberto, el menor de cuatro hermanos, era un joven sencillo que laboraba, convivía con su hija y disfrutaba de sus descansos en casa, hasta que una fatal improvisación al cruzar la vía dividida por la comunidad le costó la vida. Su sepelio en el panteón de San Pablo Autopan concluyó con la colocación de una cruz junto a la carretera, en un lugar que ahora recuerda a las víctimas recientes del tramo. Los asistentes reiteraron su exigencia de justicia y condiciones seguras para peatones y ciclistas, mientras el conductor responsable del atropellamiento sigue prófugo, en una investigación que aún continúa abierta.