El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dirigirá este viernes al condado de Kerr, en el centro de Texas, para evaluar los daños ocasionados por la inundación repentina del 4 de julio, que dejó al menos 120 personas muertas y decenas de desaparecidas. La visita se realiza en medio de un fuerte escrutinio sobre la gestión del gobierno ante el desastre, una semana después de las lluvias torrenciales que generaron un muro de agua que desbordó ríos, causando la tragedia más mortífera en casi seis meses del mandato de Trump.
Se espera que el mandatario converse con familiares de las víctimas y equipos de emergencia, además de recibir informes de responsables locales y recorrer áreas afectadas en un territorio conocido como el “callejón de las inundaciones repentinas”, donde se han registrado algunas de las peores inundaciones en Estados Unidos. Las lluvias, que superaron los 30 centímetros en una hora, provocaron que el nivel del río aumentara de unos 30 centímetros a 10.4 metros en pocas horas, arrasando con árboles y estructuras.
Entre las víctimas, al menos 36 son niños, muchos de ellos residentes en Camp Mystic, un campamento cristiano a orillas del río. La respuesta de las autoridades locales y federales ha sido cuestionada, especialmente por la falta de sistemas de alerta temprana, ya que el condado no instaló uno tras no recibir una subvención estatal, concentrándose en tareas de rescate y recuperación.
Por su parte, la administración de Trump ha apoyado las acciones de recuperación mediante fondos de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA), incluyendo ayuda para viviendas temporales y pérdida de propiedades. Sin embargo, el presidente ha evitado responder sobre sus anteriores propuestas para reducir o eliminar funciones clave de FEMA, señalando que dará detalles en otro momento.
El lunes, el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, solicitó una investigación sobre si los recortes al Servicio Meteorológico Nacional, implementados por la administración, afectaron la capacidad de predicción y respuesta ante la emergencia. Aunque la agencia ha defendido su actuación y recursos, Trump afirmó que los recortes no influyeron en la gestión del desastre, calificando la situación como “un acto de Dios”.