Una odisea en Toluca: el intenso viaje en transporte público que refleja sus desafíos

Por: Equipo de Redacción | 15/10/2025 06:00

Una odisea en Toluca: el intenso viaje en transporte público que refleja sus desafíos

De un brinco, un pasajero que viajaba casi colgado de la puerta del autobús se postró en la banqueta y gritó: ¡Centro!, ¡Centro! De inmediato, levanté la mano y corrí unos metros para abordar la unidad de la línea Tollocan.

Apurado por el ayudante, subí mientras el conductor extendía su mano y, sin verificar las monedas, las depositó en su mueble junto al volante.

Al encontrar un asiento, el autobús aceleró, y el “cacharpo” volvió a colgarse de la puerta, manteniéndose en el filo. Pese a la turbulencia, logré sentarme e iniciar el recorrido desde la Central de Abasto a la zona centro de Toluca.

El asiento, casi reclinable, se convirtió en una hamaca, así que opté por cambiarme de lugar. Entre el tráfico habitual de la vía López Portillo, el conductor avanzaba con determinación, tocando la bocina contra los vehículos que se atravesaban y emitiendo su propio sonido para agilizar el paso.

Al ritmo de reggaeton, el autobús tomó el carril de alta velocidad y, en el cruce con Ignacio Allende, en Santa Cruz Otzacatipan, adelantó a una camioneta sin detenerse ante el semáforo. Hubo reclamos entre los conductores.

El viaje siguió y el conductor no reducía la velocidad. Se notaba su prisa, lo que hizo que algunos pasajeros se miraran, insinuando reclamar, pero ninguno se atrevió. En un tramo, otro autobús se cruzó en su camino durante un zigzag, provocando su molestia, y lo siguió de cerca durante un kilómetro hasta que el otro operador tuvo que detenerse en una parada.

El conductor hizo varias paradas a lo largo del trayecto. Tras pagar la tarifa de 12 pesos, los usuarios se sujetaban con fuerza de los asientos para no perder el equilibrio ante los frenados bruscos.

La música, que mezclaba reggaeton con algunos corridos tumbados, acompañaba el paso por un desnivel en la intersección con Alfredo del Mazo, donde parecía haber un atajo. Después, se supo por el ayudante que un tren estaba atravesado en La Maquinita.

La desesperación del conductor se hacía evidente. Recorrió varias calles de la colonia Hank González hasta llegar a la intersección de Filiberto Gómez e Isidro Fabela, pero el paso seguía cerrado. Apagó el autobús y se acomodó en su asiento sin decir nada. Algunos pasajeros optaron por bajar y caminar, mientras la mayoría usaba sus celulares para informar a familiares o colegas.

Tras diez minutos, encendió de nuevo el autobús y retrocedió unos 100 metros para buscar una salida. La maniobra duró varios minutos, pero finalmente pudo retomar la carretera Toluca-Palmillas en dirección a Isidro Fabela. Cuando el tren se retiró en La Maquinita, el conductor aceleró sin tregua, evidenciando su impaciencia.

Viajeras de la tercera edad pidieron bajar anticipadamente y debieron sujetarse con fuerza en los tubos de los asientos debido al ritmo vertiginoso del chofer. “Este conductor maneja muy rápido”, comentó una señora a su acompañante, quien le pidió volver a sentarse antes de llegar a la parada.

Por fin, llegamos a la zona centro. En la intersección de Juárez e Independencia, el autobús quedó prácticamente vacío. Una pasajera, molesta, comentó: “¿Y así quieren aumentar el pasaje? Primero deberían enseñarles a manejar”.

Lo cierto es que, desde el miércoles 15 de octubre, la tarifa mínima del transporte público subió de 12 a 14 pesos, reflejando los desafíos y la realidad del servicio en Toluca.