Universidades, comunidades y parroquias: reconstruyendo el sentido de lo común en la educación

Por: Equipo de Redacción | 04/11/2025 23:00

Universidades, comunidades y parroquias: reconstruyendo el sentido de lo común en la educación

¿Hemos perdido el sentido de lo común? En la era digital, pareciera que solo sobreviven opiniones sin una base sólida, junto con likes, hates y comentarios dispersos en las plataformas, mientras los territorios, las conversaciones reales y el amor parecen ceder ante las nuevas tecnologías. ¿Qué papel deben jugar las instituciones del conocimiento en un contexto donde la democratización de la información desdibuja las fronteras tradicionales? ¿Es posible mantener instituciones de saber si ya no compartimos un marco común?

Contrario a la idea de aislamiento y monólogo, la historia de la Universidad surge en la Edad Media como un espacio de convivencia y fraternidad, motivada por un espíritu gregario. Las primeras universidades no se limitaron a acumular conocimientos, sino que nacieron como gremios que buscaban universalizar el pensamiento, promoviendo rituales, sentidos compartidos y la convivencia en comunidad.

Hoy, en Argentina, casi un millón de adolescentes abandonan la escuela secundaria y 12 millones de mayores de 25 años permanecen fuera del sistema formal de escolarización. ¿Dónde encuentran estos jóvenes y adultos sus espacios de reunión, sus refugios? ¿Puede la Universidad recuperar su rol original como anfitriona de movimientos sociales, promotora de alianzas y generadora de comunidad? En un momento en que la búsqueda de sentidos comunes resulta urgente, ¿qué rol tienen las instituciones educativas?

La propuesta de las 3C (capilla, clubes y colegios) intenta reunir a los dispersos, a quienes están fuera del sistema escolar y social, en espacios de escucha, disciplina y rutina. En estos espacios, la esperanza y la redención pueden germinar, siguiendo la lógica de los orígenes de la educación superior: un lugar de conciliación entre razón y fe, y de fraternidad que permita la circulación del conocimiento.

Frente a un mundo donde la opinión parece haber desplazado a la verdad y las redes sociales parecen fragmentar los tejidos sociales, es importante entender que lo común no es algo que se impone, sino una potencia que se construye. La Universidad tiene la responsabilidad de forjar alianzas abiertas, extender el acceso a los saberes y crear espacios institucionales comprometidos con generar esperanza a través de una sabiduría compartida, para todos, con todos.

En esta misión de unir la búsqueda del conocimiento con la esperanza de construir sentidos comunes, la Universidad debe ser tanto vasta como profunda: llevar sus ciencias a la sociedad, pero también incorporar otros lenguajes y miradas. Con esta visión de intercambio entre instituciones científicas y movimientos sociales, surge el Congreso Nacional de Educación y Deporte, convencidos que donde hay disciplinas, rutinas y cultura, florecen nuevas narrativas de esperanza y redención.