Videojuegos bélicos: de entretenimiento a estrategia de propaganda y reclutamiento militar

Por: Equipo de Redacción | 13/06/2025 18:30

Videojuegos bélicos: de entretenimiento a estrategia de propaganda y reclutamiento militar

Desde su lanzamiento en 2002, ‘America’s Army’, un videojuego desarrollado por el Ejército estadounidense, dejó de ser solo un medio de entretenimiento para convertirse en una herramienta eficaz de reclutamiento y propaganda. Gratuito, realista y accesible, el juego permitía a millones de jóvenes experimentar la vida militar desde sus hogares, promoviendo una visión positiva del Ejército. El coronel Casey Wardynski, promotor del proyecto, afirmó que buscaban demostrar la grandeza del Ejército, estrategia que contribuyó a reducir costos de captación y que, para 2007, superó las 40 millones de descargas.

Este éxito impulsó la creación de más videojuegos patrocinados por el Departamento de Defensa, como ‘Full Spectrum Warrior’ y experiencias virtuales militares. La franquicia ‘Call of Duty’ (CoD), desde 2003, ha trascendido el entretenimiento para convertirse en un instrumento cultural que disemina valores de guerra justa y alinea su narrativa con objetivos de reclutamiento, según un estudio reciente de Shengchao Yuan (2023). Investigadores en la Universidad del Sur de California explican cómo esta saga forma parte del ‘military-entertainment complex’, donde militares y expertos en videojuegos colaboran estrechamente.

Expertos como Sílvia García advierten que ‘Call of Duty’ fomenta el consentimiento hacia el militarismo al glorificar el poder, minimizar los daños civiles y reforzar estereotipos, presentando conflictos como inevitables y justificados. Documentos como los del Project Censored revelan que el Departamento de Defensa ha colaborado con los creadores para convertir estos videojuegos en propaganda encubierta, con un impacto que incluye 182 millones de impresiones y decenas de miles de potenciales reclutas, evidenciando su papel estratégico.

Más allá del entretenimiento, estos videojuegos también sirven para entrenar a las tropas. Simuladores como ‘Full Spectrum Warrior’ y plataformas de inteligencia artificial permiten practicar decisiones tácticas y ensayar campañas militares en entornos virtuales, siendo más económicos y seguros que los ejercicios tradicionales.

En los Estados Unidos, las fuerzas armadas han creado equipos de e-sports participando en torneos de títulos como ‘Call of Duty’, ‘Fortnite’ y ‘Valorant’. Estas transmisiones en vivo, principalmente en plataformas como Twitch y YouTube, facilitan la interacción con jóvenes sin que perciban que están siendo objeto de reclutamiento, aunque también han generado críticas, especialmente por el uso de espacios con mayoría de menores y propuestas consideradas vinculadas a propaganda militar.

Organizaciones como la ACLU y colectivos como Veterans for Peace han criticado estas prácticas, y un informe del MIT advierte sobre la normalización de la guerra mediante estos juegos. El reclutamiento de adolescentes, incluso menores de 13 años, ha sido particularmente cuestionado, pues estudios indican que la exposición prolongada a videojuegos bélicos puede modificar la percepción del conflicto armado y fomentar actitudes favorables al enlistamiento.

El concepto de “propagame” se ha acuñado para describir videojuegos con fines propagandísticos o ideológicos, que invisibilizan los costos humanos de la guerra y presentan una visión distorsionada del militarismo. Además, existe evidencia de que la repetición de estas experiencias puede condicionar una mentalidad combatiente incluso fuera del juego, mediante técnicas de condicionamiento.

Para 2028, el Ejército de Estados Unidos planea invertir 26 mil millones de dólares en gamificación, simulación y tecnologías de entrenamiento, confirmando que esta tendencia seguirá creciendo. Los videojuegos, con su atractivo visual y capacidad de inmersión, pueden ser herramientas educativas poderosas, pero también representan una puerta a la percepción sesgada de la guerra. En un mundo cada vez más gamificado, resulta crucial cuestionar qué mensajes se transmiten y quiénes los reciben, para entender mejor el impacto de estas estrategias en la percepción y participación militar.