Viejos de Corpus en Temascalcingo: una tradición ancestral que pide lluvia y esperanza

Por: Equipo de Redacción | 19/06/2025 14:00

Viejos de Corpus en Temascalcingo: una tradición ancestral que pide lluvia y esperanza

Temascalcingo despierta cada Jueves de Corpus con una tradición que se remonta a más de 400 años, en la que los habitantes envejecen simbólicamente para solicitar lluvia, trabajo y alimento. Desde antes del amanecer, las calles del municipio se llenan de figuras envejecidas, conocidas como los Xita de Corpus o los Viejos de Corpus, formados por jóvenes disfrazados con trajes de costal, máscaras de ixtle, sombreros de palma, bastones y latas atadas a los pies, que dan vida a esta manifestación única.

La celebración atrae a los otomíes y mazahuas del norte del Estado de México, y cada año congrega a la comunidad en una manifestación llena de simbolismo y fervor religioso. La festividad inicia temprano, con cuadrillas de diferentes barrios —La Corona, El Calvario, Maró, Bonshó— que avanzan desde sus localidades hacia el centro del pueblo, gritando, brincando y golpeando el piso con sus bastones para ahuyentar al Diablo, representado por toros, mientras avanzan con la imagen del Señor de la Ascensión, la más sagrada del pueblo.

Rodrigo, un joven que comenzó a participar a los cuatro años, expresa que la preparación para esta celebración requiere meses de ensayos y que, sin importar si sale en pelona o como un Viejo, la alegría que siente es inmensa. “Es una alegría que alegra el corazón”, comparte.

Maximiano, con 62 años y 54 participaciones en la tradición, destaca que los ritos tienen un carácter estrictamente religioso, solicitando agua, trabajo y buenas cosechas. Él lleva el bastón de mando, y su participación es un acto de orgullo y devoción.

Aunque su origen se remonta a la época colonial, cuando los indígenas pedían lluvia en peregrinaciones hacia otros estados, los Viejos de Corpus se mantienen como una de las expresiones más vivas del sincretismo religioso mexiquense. Desde 2022, ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de México, aunque su verdadera importancia trasciende el reconocimiento oficial, está arraigada en la memoria familiar, en las manos que moldean máscaras de barro y maguey, y en las rodillas raspadas de los niños que aprenden a brincar con latas.

Durante más de nueve horas, los Xita recorren las calles, representando la lucha entre el bien y el mal. La danza y las procesiones mantienen viva esta tradición, en la que los cargueros, tamboreros, danzantes y espectadores participan en una plegaria colectiva por la lluvia y la fertilidad del maíz.

El torito, símbolo de la lucha, es perseguido y vencido en cada esquina, mientras los rezos suben entre el polvo y el sudor de los participantes. La fatiga se combina con la esperanza, que impulsa a los habitantes a continuar con esta tradición ancestral.

Para los viejos, luchar contra el mal en las calles es agotador, pero comparado con la necesidad de cultivar tierra seca y pasar hambre, su esfuerzo es aún mayor. Sin duda, en Temascalcingo, envejecer se convierte en un acto de amor y fe, una expresión viviente de sus raíces y su historia, donde la danza colectiva se convierte en una plegaria que une a toda la comunidad en la búsqueda de lluvia y prosperidad.